miércoles, 20 de mayo de 2009

SUMEMOS CONOCIMIENTOS SIN SUSTITUIR VIEJOS POR NUEVOS

Everardo Zapata Santillana.
Amauta.

Un artículo publicado en el diario El Comercio del pasado 8 de marzo, citaba un informe que señala que “el 54,3% de alumnos de primaria apenas lee, usa Internet y está mal en matemáticas. Al estudiante le falta hábitos de estudio para ser más competitivo”. Daba cuenta, además, como una explicación, que “El estudiante de estos tiempos no aprende a escribir con el libro “Coquito” ni forma su caligrafía con el método Palmer, mucho menos soporta una clase con un profesor que le dice que copie en silencio lo que está escrito en la pizarra”. Luego agrega a lo afirmado el comentario de la experimentada profesora Hilda Suárez: “Ahora aprende a manejar una computadora y un celular antes que a leer y se siente con más libertad de expresar sus opiniones en clase”.

Dos son las interpretaciones que hago de lo arriba citado. La primera: es cierto que los índices de aprendizaje de la lectura y escritura han bajado por la no utilización de “Coquito” que ha demostrado su eficacia por más de cincuenta años y, asimismo, el no ejercicio de la caligrafía ni la copia de un texto escrito en la pizarra o dictado correcto, han desmejorado el avance escolar.

La segunda interpretación se refiere a que no me parece mal que el alumno desde muy temprano “aprende a manejar una computadora y un celular antes que a leer y se siente con más libertad de expresar sus opiniones”, pues el problema no está en la aplicación y aprendizaje de nuevas tecnologías, sino en el uso y el fin al que a estas se les dé. Y me parece muy bien que exprese con libertad sus opiniones y alimente así su autoestima.

Hace poco leí que Aristóteles se quejaba —hace más de veinticuatro siglos— que los jóvenes estaban olvidando el conversar por dedicarse a leer, y recordé que también en una época nos quejábamos que los alumnos se alejaban de los textos escolares por leer novelas o historietas. Luego, la queja era porque se dedicaban a la televisión y, ahora, porque se pasan las horas frente a la computadora. Sin embargo, ni la lectura ha anulado la conversación ni la televisión o radio, la lectura; ni creo que se dejen, o desaparezcan, los libros por el uso de la computadora y la Internet.

Debemos considerar que así como el invento de la imprenta llevó el conocimiento a los confines del mundo con el libro, ahora todo el conocimiento universal está a disposición global con la Internet y no ha habido ninguna sustitución. El problema está en que a veces olvidamos que para acceder a este conocimiento informatizado todavía necesitamos aprender a leer y escribir con métodos probados y actualizados como el de “Coquito”, es decir, aprender a caminar para montar en bicicleta. Así se enseñarán y mantendrán buenos hábitos de estudio.


En el citado informe también leemos: “El acceso a Internet como una de sus actividades prioritarias también marca al escolar en estos días. Aunque más que buscar información, es una herramienta de entretenimiento y comunicación.” No debemos prohibir el uso de computadores a niños, niñas y jóvenes, sino enseñarles a utilizar el tiempo libre combinando el juego con el aprendizaje y conocimiento que puedan obtener a través de computadoras e Internet, priorizando el portátil libro y su facilidad de manejo a otros medios que dependen del saber leer y escribir correctamente.

Es necesario orientar nuestros métodos de enseñanza en base a la suma de conocimientos y sistemas para aplicarlos, sin sustituir viejos por nuevos sino acumulándolos por su eficacia frente a nuestras necesidades educativas. Un ejemplo: el uso de muchos accesorios de nuevas tecnologías ha creado la llamada “generación pulgar”, pues el control remoto de artefactos o del automóvil, celulares y juegos en computadora son manejados solamente con el dedo pulgar, o si no compruébelo ahora mismo.

Decimos que esta “limitación” en la utilización de nuestras manos es la causante de que los niños y niñas no tengan “buena letra”. Pero no consideramos que la habilidad manual que han logrado al manejar los controles de sus juegos, impulsada por el natural atractivo de estos y el consecuente placer, se puede ampliar a la habilidad de dibujar correctamente las letras y desarrollar una mayor y mejor utilización de la mano haciendo atractivo y gratificante este ejercicio. Es decir, pasar de una motricidad manual gruesa a una fina.

En resumen, no tengamos miedo de utilizar adecuadamente las nuevas tecnologías para el aprendizaje escolar ni dejemos de lado por ser de “otro tiempo” las de comprobados resultados. No olvidemos que quienes crearon estas nuevas tecnologías y desarrollaron los nuevos conocimientos, aprendieron con ellas.

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