miércoles, 20 de mayo de 2009

TOLERANCIA E INCLUSIÓN EN EDUCACIÓN

I. INTRODUCCIÓN

Al tratar el tema de la inclusión, es necesario hacer el contrapunto con la exclusión y es imposible abordar el tema fuera del contexto de la globalización y de la educación.

El siglo XXI está exigiendo como tarea central en el Perú y países de la América Latina, la superación de la pobreza creciente que se transforma en miseria y conseguir que las naciones alcancen un desarrollo amplio y sustentable, con democracia y paz social.

La globalización puede ser analizada como fenómeno que genera interrelación e interdependencia, caracterizadas por un vertiginoso proceso de cambio que afecta las relaciones entre los países en, por lo menos, tres dimensiones complementarias: económica, cultural y geopolítica. La económica es decisiva en ese proceso. Además de su complejidad, la globalización es, en general, asumida con un enfoque fundamentalista identificándose con el liberalismo económico, donde el mercado y el individuo prevalece, priorizando la apertura comercial, las privatizaciones y el debilitamiento del Estado.

Las contradicciones del modelo económico se expresan en los avances macroeconómicos y en el crecimiento de la pobreza y del desempleo. El orden mundial torna inviable el desenvolvimiento en la gran mayoría de los países y sobre todo de la América Latina.


II. LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA EXCLUYENTE

La pobreza y la desigualdad creciente tienen claras expresiones en dificultades en el acceso a la educación y en los bajos resultados educativos de los pobres. La intensidad de la desigualdad en la enseñanza es esencialmente debida a los efectos de una desigualdad mayor dada en el ámbito de la sociedad.

Sin duda, la institución educativa es la principal legitimadora de las desigualdades sociales en el modo de producción capitalista. Tal como expresa el simil de la pirámide educativa, a medida que se suben los escalones del sistema escolar; el número de los
que quedan decrece.

Lo cierto es que la institución educativa excluyente, está y existe y su presencia se amplía por la extensión de la enseñanza obligatoria. A continuación se mencionará algunas características que están íntimamente relacionadas de la institución educativa excluyente, con el fin de transparentar los mecanismos ocultos que están en las aulas impidiendo procesos significativos de aprendizajes:

1. Una institución educativa que busca “conducir” al estudiante.
2. Una institución educativa que está centrada en el docente y en su capacidad de transmisión.
3. Una institución educativa que se basa en “premios y castigos”.
4. Una institución educativa que selecciona y clasifica.
5. Una institución educativa que es compensatoria-asistencial.
6. Una institución educativa que no le interesa las diferencias.
7. Una institución educativa que no quiere “entender a los estudiantes”.
8. Una institución educativa que evalúa desde una nota y no desde los procesos.
9. Una institución educativa que protege a los avanzados.
10. Una institución educativa lejos de la vida real.
11. Una institución educativa que promueve “futuros burgueses”.


III. LA INCLUSIÓN Y LA TOLERANCIA COMO TRANSVERSALIDAD EDUCATIVA
E n la actualidad los conceptos “educación y desigualdad” son una fuente de reflexión constante en el ámbito educativo y en el discurso pedagógico. La masificación de la enseñanza plantea la cuestión de la heterogeneidad de estudiantes. Y esta realidad se plantea como un desafío educativo en la reflexión educativa que quiere garantizar la calidad equitativa.

La lógica económica que rige en la actualidad, conduce a nuevas formas de pobreza y exclusión social, a través de una distribución desigual de las oportunidades. Ahí debe introducirse la contrarréplica de una lógica distinta, “la educativa”. Quizá sea, la educación, la última bandera que se pueda levantar para no perder la utopía de la equidad social y revertir esta violencia encubierta que es necesario combatir y superar.

Asegurar la equidad desde la diversidad de los estudiantes, son temas recurrentes que generan una creciente preocupación social en el conjunto de la sociedad. La concepción de la institución educativa inclusiva es un camino para evitar la injusticia de tantos niños y jóvenes que quedan fuera del sistema.

Atender a las situaciones de inequidad es un elemento constitutivo de la sociedad y se instala en la misma naturaleza humana; es una realidad socialmente ineludible. Pensar en una institución educativa que niegue esta realidad y sostenga un modelo hegemónico ignorante de la situación social de los estudiantes, resulta hoy inadmisible.

Un proceso educativo se trunca cuando no se analiza la situación en que se encuentra cada estudiante. Desde el paradigma de la inclusión no hay estudiantes irrecuperables. Todos ellos pueden progresar si tienen una atención adecuada. Sus procesos no dependen tanto de capacidades innatas predeterminadas, sino, de la calidad y cantidad de los aprendizajes realizados.

La atención a los sectores más postergados es un proceso complejo que exige un nuevo modelo de institución educativa. No se trata de cambios cuantitativos en el currículo, tales como disminución de contenidos, su empobrecimiento, sino, que implica cambios cualitativos en la concepción de la educación, en el modelo curricular y en la organización escolar.

Lo que se tiene que ir creando es una cultura escolar que permita atender al estudiante teniendo en cuenta su situación de marginación y pobreza social. En la institución educativa no solo existen diferencias personales y culturales, sino, que también encontramos desigualdades socio económicas. Las diferencias en la institución educativa pueden ser motivo de gran riqueza y al mismo tiempo, de fuertes desigualdades.

La inclusión como transversalidad educativa asegura la “diversidad e igualdad” guardando una interrelación y una dependencia mutua. Lo antagónico a estos conceptos sería la “uniformidad y la desigualdad”.

La igualdad no sólo debe reducirse al acceso y a la permanencia dentro del sistema educativo, sino, centralizarse en la igualdad de los resultados educativos. La inclusión como transversalidad asegura que quienes acceden a su institución aprendan efectivamente lo que el país viene definiendo como lo “básico” en conocimientos, habilidades, destrezas, valores y actitudes.

Dicha transversalidad compromete a lograr que los estudiantes de clases socioeconómicas desfavorecidas, procedentes de familias con bajo capital cultural, inclusive pertenecientes a grupos étnicos minoritarios, logren resultados equivalentes a los estudiantes de instituciones educativas de clase social alta. La equidad de la institución educativa comprometida, implica asegurar la equivalencia de los resultados. Representa, por tanto, un cambio fundamental en la forma de concebir la educación.

El Proyecto Educativo Nacional al 2021 tiene seis objetivos estratégicos, el Objetivo Estratégico 1 que a la letra dice: “asegurar igualdad de oportunidades y resultados educativos de igual calidad para todos y cierre las brechas de inequidad”, tiene relación estrecha y directa con el presente artículo, por ello recomendamos a nuestras autoridades educativas y profesores, trabajar juntos para lograr este objetivo que beneficiaría a nuestros niños y jóvenes.

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